¡EXISTES, Y SOLO TÚ!
Juntos aprenderemos los preceptos que son
posibles de cumplir hoy en día. Basados en las enseñanzas de Rabí Yisrael Meir
HaCohen, el Jafetz Jayím en su texto El conciso libro de las mitzvot.
El Jafetz Jayím enseña dos preceptos primordiales que
son la base de nuestra Fe, y que desde allí se desprenden los siguientes pasos para
cumplir los demás mandamientos. En primer lugar, debemos Creer que Dios existe, pues
está escrito Yo soy Hashem, Tu Dios (Shemot 20:2). Él, Bendito y exaltado sea,
creó todo los seres existentes y todos los mundos con su poder y deseo, así
como también él es quien supervisa todo. De este modo, esto constituye la base
de nuestra religión. Es por ello que si alguien no cree en esto, estará
renegando el principio fundamental, Dios. En consecuencia, no tendrá mérito
alguno en el pueblo de Israel.
De hecho tenemos
la obligación de estar dispuestos a dar nuestra vida y todo lo que tenemos por
esta creencia. Sin embargo, explicó Rabí Meir, que lo esencial es grabar
firmemente en nuestra mente que esta es la verdad, pues nada más que esto es
posible. Por esta razón, dicho precepto debe ser observado por los hombres y
las mujeres en todo tiempo y momento. “ ”
El profeta Eliyahu, de bendita memoria, expresó: “Señor del universo, Tú eres el Dios uno y único, más allá de todo cálculo…” Precisamente
el segundo precepto activo consiste en creer en la unicidad de Dios y tener una
Fe completa. Es por eso que recitamos dos veces al día el verso que se
encuentra en Devarim 6:4; Shemá’ Yisrael HaShem Elokeinu HaShem Ejad.
La Shema’
constituye el pilar de nuestra fe, después del conocimiento primario de que
Dios existe –precepto activo nro 1-. No hay duda que esta Fe en el único
Creador le ha traído bendiciones al pueblo de Israel, pues desde Abraham abinu
hasta nuestros días ha permanecido esta creencia. Por esta causa, de creer en la Fe del único
Dios, sin duda, ha sido la causa de
muchas salvaciones.
Es importante
creer con fe perfecta que él es uno, indivisible en el nivel más elevado de
unicidad. Cabe destacar que él no tiene cuerpo, no puede ser definido mediante ningún concepto
físico, no es afectado por ningún fenómeno y por ningún cuerpo físico, no hay
otro como él, y que fuera de él no existe otro Dios. Por esta razón, estamos
obligados a creer en la unidad de HaShem tanto los hombres como las mujeres en
todo tiempo y momento.
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