¿Cómo podemos llegar a amar al Creador como se ordena en Devarim 6:5 cuando dice: Y amarás a HaShem tu D-os con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu fuerza?
En Éxodo 32:15 relata que “Moshé
descendió de la montaña con las dos tablas del Testimonio (lujot ha’edut) en
sus manos, pero… ¿qué forma tenían las tablas?
La Guemará en Bavá Batrá 14 a,
declara que cada Tabla tenía 6 tefajín (ancho de manos), aprox. 60 cm., 6
Tefajim de ancho y 3 Tefajim (aprox. 30cm.) de grosor. De esto sólo vemos que
las Tablas eran rectas en ambos extremos (60x60cm) y no redondeadas en un
extremo. De manera que, la ilustración aceptada de las tablas rectas en la
parte inferior con extremos superiores semicirculares, es incorrecta.
Imagen de Jabad.com muestra la parte recta
de las tablas como reseña la Guemará
Es una pregunta que semana tras
semana cada estudioso de la Torah debe hacerse a modo personal y práctico en su
diario vivir, para de este modo aplicarlo como Emet (verdad) a su vida como
Benei Nóaj o Yehudim.
Tetzavé
Shemot 27:20-21
El Midrash comenta que, por lo
general, el aceite que se utilizaba para los alimentos solía ser el mejor y el
primero, dejando el sobrante para las luminarias. Sin embargo, aquí ocurre todo
lo contrario. Las primeras y más puras gotas del aceite las destinaron para la
Menorá dando así el primer lugar para HaShem.
De allí aprendemos que nuestras
necesidades mundanas se deben considerar en segundo orden en relación a lo
espiritual. De la misma forma, dice la Torah: “Ellos tomarán para ti aceite
puro de oliva”, pues así como el aceite no se mezcla con ningún otro líquido,
sino que se separa y eleva, de igual manera nuestro propósito aquí en la tierra
es llevar lo mundano al plano de la sacralidad, puesto que en esta parshat nos
reta a hacerlo, además que Shlomó también lo recalca en Mishlei 20: 27 cuando dice “La lámpara de HaShem es el
alma de la persona”.
El “MAOR” representa la luz de la
Torah como continúa expresando Mishlei 6:23: “Una luminaria es una mitzvá y la
Torá es luz”. En este sentido, nos cuenta el Midrash que los Israelitas dijeron
a Hashem: Ribonó Shel ‘olam, tú que extiendes la luz sobre la tierra ¿nos ordenarás
iluminar tu santuario? -No es para mí, respondió HaShem, sino para la gente que
aún permanece en la oscuridad, a fin de que ésta sea iluminada y conozcan al Creador.
(Midrash, Yalcat 378).
He aquí otro gran reto:
Llevar la luz de la Torah al mundo que nos rodea, pero no como misioneros
molestosos e impertinentes, sino como tal cual es la luz, en silencio pero
impactando a aquellos que viven en oscuridad absoluta como la que vivió Egipto
en una de las plagas, con nuestro diario vivir.
Finalmente, observemos un poco
cómo Shlomó construyó las ventanas del Sagrado Templo (Melajim Alef 6:4): “Y
para la Casa, hizo ventanas anchas afuera y angostas adentro”. Esto sucedió de
esa manera para que la luz de la menorá alumbrara hacia afuera, a fin de
realzar la gloria y el esplendor del Templo a los ojos de quienes lo
contemplaban. Es por ello, que debemos vivir en luz para así iluminar hasta
donde más alcancemos. Quiera HaShem que así sea en cada una de nuestras vidas.
Trabajar en equipo conlleva a la unión,
y en unidad debemos estar para dedicarnos al Creador.
Di-os le habló a Moisés para que
ordenara al pueblo de Israel, a traer ofrendas voluntarias (“Trumah” Shemot 25:1). La respuesta fue inmediata, pues
todos los israelitas abastecieron con sus donaciones. Tanto así que “el pueblo trajo más de lo
necesario para la obra que ordenó el Eterno”. (Shemot 36:5)
Trabajar en equipo conlleva a la
unión, y en unidad debemos estar para dedicarnos al Creador. Si bien es cierto,
hay decisiones que se toman individuales, sin embargo, es necesario unirnos al
prójimo para emprender la ‘avodá HaShem (servicio).
El aporte de todos para la
construcción del Mishkán (Tabernáculo) fue vital. HaShem ya había mostrado los
planos y todo lo que había qué hacer, solo faltaba un ¡manos a la obra! A unos
les asignaron específicamente su labor y otros colaboraron con su donación.
Dichos ejemplos debemos
aplicarlos a nuestras vidas, puesto que todos tenemos un talento que el Creador
nos ha regalado, y que debemos utilizar y poner en práctica para construcción
en el servicio a Di-s. Hoy día no hay que aportar para un Mishkán tal y como
nos muestra a partir de las parashot T’rumah
y Tetzavé, pero igual sigue por generación perpetua la dedicación al Creador y
el estudio de su Torah.
De modo que, con las herramientas
o talentos que nos dio HaShem, todos tenemos que utilizarlas para impulsar el
buen cumplimiento de los mandamientos y la ‘avodá de manera comunitaria, para así
alcanzar una ofrenda grata al Santo,
Bendito sea.