domingo, 9 de febrero de 2014

LA LUZ QUE DEBEMOS SER

¿Qué enseñanza nos deja cada parashat?

Es una pregunta que semana tras semana cada estudioso de la Torah debe hacerse a modo personal y práctico en su diario vivir, para de este modo aplicarlo como Emet (verdad) a su vida como Benei Nóaj o Yehudim.



Tetzavé
Shemot 27:20-21

El Midrash comenta que, por lo general, el aceite que se utilizaba para los alimentos solía ser el mejor y el primero, dejando el sobrante para las luminarias. Sin embargo, aquí ocurre todo lo contrario. Las primeras y más puras gotas del aceite las destinaron para la Menorá dando así el primer lugar para HaShem.

De allí aprendemos que nuestras necesidades mundanas se deben considerar en segundo orden en relación a lo espiritual. De la misma forma, dice la Torah: “Ellos tomarán para ti aceite puro de oliva”, pues así como el aceite no se mezcla con ningún otro líquido, sino que se separa y eleva, de igual manera nuestro propósito aquí en la tierra es llevar lo mundano al plano de la sacralidad, puesto que en esta parshat nos reta a hacerlo, además que Shlomó también lo recalca en Mishlei  20: 27 cuando dice “La lámpara de HaShem es el alma de la persona”.

El “MAOR” representa la luz de la Torah como continúa expresando Mishlei 6:23: “Una luminaria es una mitzvá y la Torá es luz”. En este sentido, nos cuenta el Midrash que los Israelitas dijeron a Hashem: Ribonó Shel ‘olam, tú que extiendes la luz sobre la tierra ¿nos ordenarás iluminar tu santuario? -No es para mí, respondió HaShem, sino para la gente que aún permanece en la oscuridad, a fin de que ésta sea iluminada y conozcan al Creador. (Midrash, Yalcat 378).

He aquí otro gran reto: Llevar la luz de la Torah al mundo que nos rodea, pero no como misioneros molestosos e impertinentes, sino como tal cual es la luz, en silencio pero impactando a aquellos que viven en oscuridad absoluta como la que vivió Egipto en una de las plagas, con nuestro diario vivir.

Finalmente, observemos un poco cómo Shlomó construyó las ventanas del Sagrado Templo (Melajim Alef 6:4): “Y para la Casa, hizo ventanas anchas afuera y angostas adentro”. Esto sucedió de esa manera para que la luz de la menorá alumbrara hacia afuera, a fin de realzar la gloria y el esplendor del Templo a los ojos de quienes lo contemplaban. Es por ello, que debemos vivir en luz para así iluminar hasta donde más alcancemos. Quiera HaShem que así sea en cada una de nuestras vidas.


By Audilio Ruiz

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